La paternidad en el siglo XXI, como viven "ellos" la búsqueda de un hijo
Mucho se ha hablado de la búsqueda del embarazo, de los
duelos, de las pérdidas y también de los logros
desde la perspectiva de la mujer. Históricamente la búsqueda de un
embarazo, su éxito o fracaso fue un tema femenino. La cosa empezaba y terminaba
en el cuerpo de la mujer. La mirada y el vivenciar del hombre por mucho tiempo
fue forcluído del discurso médico y social
respecto de la búsqueda de un hijo. Hoy presenciamos profundos cambios
sociales, la constitución de las familias ha variado significativamente, y el
hombre se ha ubicado en un lugar diferente respecto de la búsqueda de un hijo y
de la paternidad en general. Se podría decir que un hijo ya no es cosa “solo de
mujeres”. Los hombres están muy presentes en la búsqueda, en los tratamientos,
en la llegada y crianza de un hijo.
Maternidad y paternidad se juegan en dos campos distintos
con un elemento en común: el hijo. La maternidad es una experiencia que pasa
por diferentes lugares, sobre todo por el cuerpo. Ya sea porque la mujer gesta
al hijo en su vientre, lo da a luz, lo amamanta, lo cuida, lo limpia, lo
alimenta, o lo consuela, en el vínculo madre-hijo el cuerpo y el contacto
corporal son un canal de comunicación y
la plataforma de la relación entre ambos.
El hombre se ha mantenido al margen de este vínculo durante muchos años pero actualmente estamos asistiendo a un cambio muy importante donde el hombre es actor tanto de la búsqueda como de la crianza de un hijo.
Muchas veces, cuando el hijo no llega, el hombre atraviesa la búsqueda con mucha
culpa y con sensación de fracaso o de frustración. En ocasiones la infertilidad es fantaseada y confundida con impotencia sexual. Claramente la infertilidad
nada tiene que ver con la falta de deseo o de potencia sexual, sólo que a veces
las sensaciones de angustia y abatimiento llevan al paciente a vivir una cosa
como si fuera la otra.
El hombre muchas veces, tiende a vivir en soledad las
sensaciones y afectos negativos devenidos de la búsqueda y de los tratamientos
de infertilidad. La creencia histórica de que los hombres no lloran y son
fuertes al estilo “Superman” son premisas que conducen a un único destino: los
cuadros depresivos. Sobre-adaptarse al dolor y a la angustia tanto para el hombre como para la mujer es extremadamente exigente y no contribuye
positivamente al manejo del tratamiento.
La experiencia de la paternidad en el siglo XXI
Si bien un hijo
implica responsabilidad no sólo para la
mujer sino también para el hombre, no es únicamente esto, por sobre todo es una
experiencia de crecimiento y de satisfacción. Para algunos hombres tener un
hijo implica vencer fantasmas y temores, arrastrados por muchos años, relacionados con la pérdida, de la libertad,
la juventud, la independencia y también de su propio lugar de hijo.
La paternidad en el
hombre adulto y maduro es vivida como
una experiencia vivificante, rejuvenecedora e incluso vigorizante. Algunos
hombres logran conectarse con sus hijos
de una manera relajada con espacio para
el disfrute y el placer cuando han superado las propias exigencias, se han
desafiado a sí mismos ganando y
perdiendo en la vida. La paternidad puede ser vivida como una
experiencia creadora cuando la propia
autoestima no se juega en esto.
Es decir que la experiencia de la paternidad es una
experiencia creativa, y creadora de crecimiento y evolución, de cambio y
proyección. El hombre para ser padre, desde esta perspectiva, debe poner mucho
más que unas pocas células germinales, debe poner su madurez, su seguridad en
sí mismo, su flexibilidad y su fortaleza para ayudar a crecer y desarrollarse a
otro que lo sucederá en la rueda de la vida.
Sin lugar a dudas los nuevos modelos familiares con las
familias Homo y Monoparentales son el desafío de este nuevo milenio.
Ser padre en el contexto de una pareja igualitaria o en
soledad es una aventura que no pocos están dispuestos a afrontar. Muchos hombres solos no le tienen
miedo a los pañales, a las noches en vela y sobre todo no le temen a ser
juzgados por animarse a buscar un hijo sin pareja o con una pareja igualitaria.
Históricamente se le atribuyeron a la mujer los atributos
necesarios para afrontar la crianza y el sostén amoroso de la familia mientras que el
hombre acompañaba. La familia crecía bajo la mirada vigilante del “padre
proveedor”, no sólo la psicología y la sociología nos hablaban de esto, la religión
y hasta el arte pintaban así a la “Sagrada Familia”.
La familia actual, no es sagrada ni consagrada a ideales, es
dinámica, real y creativa, donde los roles son plásticos y no tienen que ver
con el género si no con el lugar en el que nos ubicamos de acuerdo a nuestras
identificaciones.
Ver a dos padres hamacando a su hijo o recibiéndolo a la
salida del jardín de infantes, así como también
ver a una madre o a un padre solos no son escenas “extrañas”, forman
parte de nuestra cotidianidad y del entramado
de nuestra sociedad
La paternidad
plantea desafíos complejos. El
hombre solo o acompañado de otro hombre o de una mujer se enfrenta a una experiencia, que en la actualidad,
implica revertir viejos y gastados conceptos para hallar las nuevas herramientas
que permitan hacer de la paternidad algo posible. La cuestión está en entender que debemos educar
y formar a un hijo para un mundo distinto con exigencias y modalidades nuevas,
como la tecnología o los nuevos modos de comunicación. Estos pueden ser obstáculos
complejos de superar, pero que se atraviesan
si entendemos que ser padres es una experiencia de aprendizaje, gratificación
y oportunidades.
Lic. Patricia Martinez
M.N. 24.411
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